La historia de Marcos del Valle:
Marcos del Valle nació el 31 de agosto de 1995 en Venezuela. A sus 28 años, se identifica como bisexual y queer, y es miembro del colectivo LGTBI+. Desde pequeño, Marcos siempre se sintió diferente, pero en su país de origen, la vida no fue fácil para alguien como él. La invisibilidad y la discriminación eran constantes, y vivir su identidad sexual de forma abierta era complicado.
Marcos decidió emigrar a España en busca de seguridad y libertad. La situación en Venezuela se había vuelto insostenible, y no se sentía bien ni seguro en su propio país. El proceso migratorio fue difícil, incluso a pesar de haber recibido amenazas de muerte por su orientación sexual. Por suerte, al llegar a España, Marcos encontró un ambiente más acogedor y diferente. “Afortunadamente, excelente. Hay claras diferencias culturales, y aunque a veces también enfrenté discriminación por ser migrante, encontré una comunidad más abierta y comprensiva”, comenta.
Sin embargo, la integración en España no estuvo exenta de desafíos. Marcos tuvo que enfrentarse a la discriminación migratoria, principalmente debido al gran número de venezolanos en el país, lo que a veces lleva a estereotipos y prejuicios. No obstante, la experiencia también le permitió descubrir una parte de sí mismo que estaba reprimida. En España, se sintió libre de explorar y expresar su identidad sexual sin el temor constante que había experimentado antes.
Marcos destaca aspectos culturales que le sorprendieron y le agradaron en su nuevo hogar. “Ver a la gente colorida o gótica, en tacones o con el cabello de colores, sin ser juzgados, es algo que nunca había experimentado en Venezuela”, nos cuenta. Esta libertad le permitió conectarse más profundamente con su identidad y sentirse más cómodo con su ser.
La migración también tuvo un impacto significativo en su sentido de pertenencia y orgullo. Aunque siente que debe probar que su nacionalidad no define quién es, la experiencia le ha fortalecido. “Siento que tengo que probar que mi gentilicio no me hace menos que otros, pero al mismo tiempo, eso me impulsa a ser mejor cada día”, reflexiona.
Marcos tiene grandes sueños para el futuro. Quiere llegar al cine internacional y utilizar su plataforma para visibilizar y apoyar a la comunidad LGTBI+. Está convencido de que, al ayudar a otros, también se ayuda a sí mismo. Espera ser un ejemplo para aquellos que, como él, buscan un lugar donde poder ser ellos mismos sin miedo.
La historia de Rusly Cachina:
Rusly Cachina Esapa es una mujer trans originaria de Guinea Ecuatorial. Su vida ha estado marcada por la lucha constante contra la transfobia y el machismo imperante en su país. Desde una edad muy temprana, Rusly se dio cuenta de que su identidad no encajaba con las expectativas de la sociedad en la que creció. A pesar de los innumerables obstáculos, decidió vivir su verdad y convertirse en activista por los derechos LGTBI+.
En Guinea Ecuatorial, ser una persona transgénero puede ser extremadamente peligroso. Rusly ha enfrentado amenazas, violencia y discriminación a diario. “Vivo al minuto, cualquiera puede hacerme daño con solo poner un pie en la calle”, expresa angustiada. La falta de aceptación y apoyo en su entorno la llevó a buscar un lugar donde pudiera vivir sin miedo.
Rusly decidió emigrar a España, donde esperaba encontrar un ambiente más seguro y tolerante. Sin embargo, el proceso migratorio no fue fácil. Como muchas personas LGTBI+ migrantes, se enfrentó a la burocracia y a la incertidumbre de no saber si su solicitud de asilo sería aceptada.
Afortunadamente, encontró en España una comunidad más abierta y dispuesta a apoyarla en su lucha por los derechos humanos.
La migración a España le permitió no solo escapar de la violencia, sino también continuar su activismo en un entorno más seguro. En España, ha participado en diversas campañas de sensibilización y ha trabajado de forma activa para visibilizar las realidades de las personas transgénero y migrantes. “Es importante que la gente entienda que no buscamos privilegios, solo queremos vivir con dignidad”, afirma.
En Guinea Ecuatorial, descubrió que no era la única mujer trans, pero también que todas las demás preferían callarse. Eso la llevó a exponerse y gritarle al mundo que las personas como ella existen. En su país, las personas trans no tienen derecho a amar ni a ser ellas mismas sin que se las abuchee o se las golpee, nos cuenta.
Desde niña, Rusly tuvo que enfrentarse a grandes retos. “He tenido que dar la cara, aunque me haya costado, desde niña. Siendo muy pequeña ya llevaba falda aunque eso haya supuesto que me hayan golpeado e insultado”, recuerda con tristeza. Estas experiencias difíciles la han convertido en la mujer fuerte y decidida que es hoy en día.
A pesar de las dificultades, Rusly sigue adelante con determinación. Sueña con un futuro donde todas las personas transgénero puedan vivir sin miedo y con los mismos derechos que cualquier otra persona. “Quiero ser una voz para los que no pueden hablar, quiero que mi historia inspire a otros a no rendirse”, dice con esperanza.
La historia de Andrei Boichuk:
Andrei Boichuk nació en Rusia en 1987 y hoy, a sus 37 años, se identifica como parte de la comunidad LGTBI+. Crecer en Rusia fue una experiencia difícil para Andrei, un país conocido por su homofobia y machismo. Durante muchos años, Andrei vivió una doble vida, incapaz de salir del armario y ser la persona que realmente era por miedo a las represalias.
La decisión de emigrar a España fue motivada por su deseo de vivir abiertamente y ser fiel a sí mismo. “Para tener la oportunidad de ser yo mismo en uno de los países más seguros y liberales del mundo”, explica. Ya ha obtenido la resolución positiva de protección internacional, lo que le permite vivir y trabajar en España sin miedo.
Llegar a España fue un alivio para Andrei. Aunque la semana de su llegada coincidió con un periodo difícil, rápidamente notó la diferencia en la aceptación y la libertad que experimentaba. Sin embargo, ser ruso también conllevaba ciertos desafíos. “Sí, y sobre todo decir que soy ruso. Menos mal que he encontrado buenos amigos aquí”, nos cuenta.
La riqueza cultural de su país natal siempre ha sido importante para Andrei. La literatura, la música, el arte y el ballet son aspectos que siempre llevará consigo, a pesar de la distancia. Además, en España, Andrei ha encontrado un espacio en el que compartir estos intereses con otras personas.
La migración le ha permitido a Andrei salir del armario y vivir de manera más auténtica. “He salido del armario aquí en España, y sigo siendo el mismo Andrei. Ahora, trato de ayudar a los que lo necesitan”, dice con orgullo. La libertad de ser él mismo ha sido transformadora y le ha permitido crecer tanto personal como emocionalmente.
En cuanto a sus sueños y esperanzas para el futuro, Andrei quiere seguir ayudando a otras personas mientras continúa trabajando en su propio crecimiento. “Para poder ayudar a otros, hay que ayudarse a uno mismo primero. Tengo muchas cosas que quiero hacer”, comenta sonriente. Está decidido a ser una fuente de apoyo y un modelo a seguir para aquellas personas que enfrentan luchas similares.